Dicen que no se puede generalizar. Y es
verdad. Por eso hoy voy a personalizar. Y además voy a hacerlo
utilizando una herramienta muy popular en España: la puntuación.
Hoy me uno a la corriente. Me parece que es una buena forma de contar
lo que me ha pasado esta mañana. No tiene valor de estudio
sociológico porque la muestra es limitada a unas pocas horas y a una
sola experiencia, la mía. Pero quiero ser lo más objetiva posible
con la situación y a la vez quiero dejar constancia de mi
indignación. Pretendo hacer un llamamiento a la necesidad de cambio
en la actitud de muchos profesionales relacionados con la salud.
Llevo toda la mañana de médicos. El
primer encuentro ha sido con una administrativa del centro de salud.
Mi puntuación para ella ha sido: 6 en amabilidad, 5 en empatía y 10
ejercicio profesional. En conjunto el regusto que me ha dejado ha
sido un poco amargo.
Después he visitado con mi hija al
pediatra. En amabilidad ha conseguido un 10, en empatía también 10
y en ejercicio profesional otro 10. Hemos salido de la consulta
sonriendo a pesar de la otitis.
A continuación he acompañado a mis
padres, que tienen 82 años, a las consultas externas del hospital.
Nos ha recibido la secretaria del departamento. Amabilidad: 4;
empatía: 3; ejercicio profesional: 10. Me he sentado en la sala de
espera sintiéndome, junto con mis padres, un número de expediente.
Hemos esperado que nos llamaran a consulta. El médico ha pronunciado
el nombre de mi madre a un volumen tan bajo que es posible que sólo
el cuello de su camisa y yo hayamos podido escucharlo. El cuello de
su camisa por proximidad. Yo porque tenía mis cinco sentidos
concentrados en la esperada llamada por miedo a no enterarme y perder
nuestro turno. Hemos dado con el número de la sala a la que debíamos
pasar gracias a mi agilidad. He adelantado a mis padres, que aún
estaban cogiendo bastones y abrigos, y he llegado al pasillo de los
despachos justo a tiempo de ver un hombro enfundado en bata blanca
que se introducía en la número 9. Hábilmente he deducido que era
nuestro médico y nuestra consulta. El doctor ha obtenido 3 en
amabilidad, 0 en empatía y 6 en ejercicio profesional. Una profunda
tristeza y un alto grado de mal humor y disgusto me ha acompañado al
salir del despacho.
La última parada del día era el
departamento de citaciones del hospital. Llevaba la misión de pedir
cita en dos servicios diferentes para lo que era necesario seguir
turnos distintos. Tras casi dos horas de espera me ha tocado en uno
de ellos. La administrativa ha logrado un 2 en amabilidad, un 1 en
empatía y un 0 en ejercicio profesional. Gracias a su proceder
laboral perdí el otro turno, aunque al empezar con ella tenía aún
20 números por delante. Hora y media después he finalizado mi tarea
cuando otra administrativa ha registrado la última cita de mi madre.
Esta empleada ha sacado un 5 en amabilidad, un 6 en empatía y un 7
en ejercicio profesional.
Me parece bien el tema notas, a lo mejor si nos puntuaran a diario aplicariamos mucho mas el cuento, pero para esos que han sacado un 0 o poco mas en profesionalidad y amabilidad, no tanto en empatia, porque el que no es empatico no lo es me temo, lo que hay que hacer Nuria corazon es presentar una queja. Ya se que todo el mundo piensa que no sirven para nada, pero no sirve para nada no presentarla, porque si ese medico y esa administrativa reciben todos los dias quejas de los pacientes verás como al final se llevan un rapapolvo y espabilan...
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