miércoles, 6 de noviembre de 2013

GadgetoMujeres 2.0

Me declaro GadgetoMujer 2.0. Tengo móvil Android, e-book y ordenador portátil. Por supuesto utilizo Facebook, Twitter, Pinterest, Linkedin... En fin, soy una tía de mi tiempo, que siempre está a la última.

Si este texto fuera una entrevista de una publicación femenina fijo que la pregunta megasesuda y nada tópica sería: "¿y cómo lo consigues?". La respuesta que posiblemente se leería iría por la línea de “ja, ja, ja, escuchando los consejos de mis amigos más tecnológicos y leyendo todo lo que cae en mis manos sobre estos temas”. Pero como el discurso lo estoy escribiendo en mi blog tengo que confesar la verdad:“estoy al día gracias a mi marido”.

Como si fuera miembro de la Asociación de Inútiles Ánonimos Funcionales de las Tecnologías pongo los dedos sobre mis ojos y digo aquello de “Hola, me llamo Nuria Calle y tengo problemas con la tecnología”. Veo mentalmente un nutrido grupo de mujeres que asiente dándome la bienvenida a la comunidad. Respiro hondamente y me siento bien porque me siento comprendida. Ahora ya acepto que somos muchas las que estamos en la misma situación.

“XXXX está un un poco cabreada conmigo porque le he cambiado el móvil”, decía el otro día un amigo mío. Su mujer aclaraba, “es que con el cambio me ha borrado toda la agenda y ahora he perdido toda la información que tenía y que para mi es muy importante para organizarme cada día. Citas del médico de las niñas, recordatorios, lista de compras...” Esta conversación podría haberse producido perfectamente entre mi marido y yo. Nuestros papeles están bien definidos. Él es el innovador y yo, la torpe.

Sudores fríos me entran cada vez que le veo cacharreando con el televisor, el ordenador, y aparatitos con luces que no sé ni cómo se llaman. Ya sé que en breve tendré que incorporar a mi vida tres mandos más y aprender a utilizar cuatro interfaces diferentes. Pero eso sí, tengo una casa altamente tecnológica. Sin embargo, de vez en cuando me entra la desesperación porque soy incapaz de llegar a ver una simple película de Disney. Hace ya unos meses, en un ataque de exasperación le llamé al trabajo y le exigí que cuando volviera a casa desmontara todo aquel conglomerado de alto rendimiento técnico y lo sustituyera por un DVD mondo y lirondo. Mi petición no fue exactamente respondida... el cambio consistió en un programa “muy sencillo” "un sólo mando". Bueno, no está mal.

A pesar de mis apuros y enfados, he decir que si no fuera por él yo seguiría viviendo en el Pleistoceno y casi diría que utilizando el teléfono de góndola.

Pero para no despedirme en plan edulcorado y haciendo concesiones al sexo contrario -que antes muertas que reconocer que, de vez en cuando, les necesitamos- dejo en el aire una pregunta/reflexión de una amiga. Ella se la planteó a su hijo y a su marido, que se reían de su poca facilidad para utilizar las nuevas tecnologías. Pero estoy segura que es extrapolable a muchas parejas y familias. La cuestión es: ¿cómo es que vosotros que sois tan modernos y punteros sois incapaces de poner una lavadora o el lavavajillas, que sólo hay que darle a un botón con el dedo?

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