viernes, 26 de septiembre de 2014

La vida sigue igual

No soy nada fan de Julio Iglesias, pero quien siga mi blog ya sabe que la música inspira muchos de mis comentarios, y esta canción del buque insignia de la canción melódica española es casi perfecta para poner melodía al post.

Esta semana un amigo mío de los tiempos del colegio, José Manuel Veguillas, ha presentado su primera novela.  Por cierto, que ya aprovecho para recomendar su lectura. Toda la información la encontraréis aquí http://www.edicionesatlantis.com/catalogo/4/que-ves-en-este-claro/952/. Vuelvo a centrarme en el motivo de comentario, que me disperso y luego mi marido se ríe de mi porque dice que soy como mis padres... Bien, pues a Veguillas, como le llamábamos en el cole, hacía más de diez años que no le veía y que no sabía nada de él. Estas cosas de la vida, perdimos el contacto. Y, ¡oh!, ¡maravilla!, lo recuperamos por Facebook hace menos de un mes. Además de ponerme al día de su vida ciberneticamente, me invitó a la presentación de su libro.

Tanto mi marido como yo le queremos un montón y queríamos estar allí apoyándole y disfrutando con él de "su  momento". Con la complicidad de mi hermana, que nos hizo de canguro, pudimos asistir.

El encuentro no nos defraudó ni un poquito. Nos lo pasamos genial. Y lo mejor, la sensación de déjà vu que experimentamos. Fue como si no hubiesen pasado los diez años de distancia. En el local no sólo estaba Veguillas, varios amigos más de la etapa colegial a los que igualmente hacía años que no veíamos, y de los que sólo teníamos contacto virtual, estaban allí. Pero casi exactamente igual, porque no negaré que alguna pequeña diferencia de peso o escasez de pelo había, pero pequeña, pocos gramos más, pocos pelos menos. Y en el caso concreto de uno de ellos, afirmo tajantemente, que estaba igual, igual. Y cuando digo igual, quiero decir exactamente eso, IGUAL. Hasta llevaba la misma cazadora vaquera con la que siempre le he conocido, y nuevecita, ¿eh?. ¿Cómo lo hará? Tengo que preguntárselo la próxima vez que le vea... o quizás mejor por Facebook. Ya veré.

El tema de la ropa y el aspecto físico no son los únicos que no han experimentado cambios. El de la forma de ser y el sentido del humor también siguen intactos. Como si estuvieran en formol. Nos echamos las mismas risas por las mismas tonterías que antaño.

Me encantó el "relaxing reencuentro whith cervecitas" que nos tomamos. ¡A vuestra salud, amigos!

¡Ah!, y ahí dejo la letra de la canción de Julito y el enlace a YouTube para los más romaticones, para que veáis que, como decía, va bastante bien a esta entrañable velada.


Unos que nacen otros moriran
Unos que rien otros lloran
Agua sin cauce rio sin mar
Penas y glorias, guerras y paz

Siempre hay porque vivir
Porque luchar
Siempre hay por quien sufrir
Y a quien amar

Al final las obras quedan
Las gentes se van
Otros que vienen las continuaran
La vida sigue igual

Pocos amigos que son de verdad
Cuantos te halagan si triunfando estas
Y si fracasas bien comprenderas
Los buenos quedan los demas se van

Siempre hay porque vivir
Porque luchar
Siempre hay por quien sufrir
Y a quien amar

Al final las obras quedan
Las gentes se van
Otros que vienen las continuaran
La vida sigue igual

viernes, 19 de septiembre de 2014

¿Me está vacilando?

Todos nos hemos hecho esta pregunta en más de una ocasión. La mayoría de las veces sabemos la respuesta, o sí o no. Pero hay un pequeño número de ocasiones en las que realmente no podemos dar un dictamen. En cualquier caso cuando planteamos esta cuestión, sea cual sea la situación, siempre queda uno con sensación de desazón e inquietud. A nadie le gusta que le tomen el pelo, aunque sea un poquito y en el transcurso de un ambiente distendido y de amigos. El que diga lo contrario creo que miente descaradamente.
Pero el colmo de los colmos es cuando verdaderamente no sabes si te están vacilando y, por si fuera poco, nunca lo sabrás. En esos momentos no es desasosiego lo que invade el cuerpo, no, va más allá del nerviosismo y la zozobra... yo diría que es rabia contenida.

Esta mañana he experimentado una de estas situaciones. Ha tenido, eso sí, un matiz que ha suavizado mi frustración, y es que ha sido una experiencia grupal, y ya se sabe aquello de "mal de muchos... consuelo de tontos". Pues sí, a esta tonta le ha consolado no ser la única en la sala que no sabía si la estaban gastando una broma o no.

Me encontraba yo esperando mi turno para ser atendida en Rodilla pensando felizmente en saborear un desayuno de dos sandwiches fríos y un zumito de naranja cuando oígo al señor tras el que iba decirle a la camarera: "serán muchos para mi solo, para comer, la oferta de 12 sandwiches". Inmediatamente me he desconectado de mis pensamientos y me he fijado con detenimiento en él. Era alto, fuerte, pero no gordo, trajeado y sin ningún aspecto de ser un vacilón profesional de esos que abundan por el mundo. Su tono tampoco dejaba ver tonito de choteo. Todo parecía indicar que lo preguntaba totalmente en serio... ¡pero 12 sandwiches de Rodilla para una sola persona!... Las camareras han tenido la misma duda que yo. Estoy segura. Nos hemos intercambiado miradas en las que nos pedíamos con los ojos opinión. Una de ellas con gran profesionalidad y educación e intentando no soltar una gran carcajada, le ha dicho "pues depende de lo que usted coma". Él ha sonreído de forma neutra y ha comenzado a elegir los sandwiches.

Ser o no ser... esa es la cuestión que diría Shakespeare. Cada uno que piense lo que quiera. Nunca sabremos la respuesta.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Blogger maruja

Tener un blog hace que tu ego engorde. No quiero mentir. Me gusta, no, me encanta que me lean. Y cuando me dicen que mi blog o un post les ha gustado, me pongo contentísima y mi autoestima sube como la espuma. Por eso me encantaría que me leyese más gente. Pero esto del mundo digital tiene su intríngulis. Es bastante complicado publicitar y hacerse conocer, o al menos, a mi me lo parece.

Inquieta por este tema le pregunté a una conocida mía, periodista en activo en un importante periódico, cómo podía lograr más seguidores. Me aconsejó que me posicionara como una experta en un tema. Que me especializara. Que las generalidades no venden.

Yo me quedé triste, la verdad, porque a mi lo que me motiva es escribir sobre las cosas que llaman mi atención. Yo quiero escribir este blog y no otro. Quizás en el futuro sienta la necesidad creativa o espiritual de tener uno sobre ¿qué sé yo? instrumentos musicales indígenas, que parece un tema suficientemente especializado como para convertirme en una bloggera de referencia si me lo curro con ahínco. Pero a día de hoy ya digo que no, que me quedo aquí, que aunque no tenga miles de seguidores los que tengo me quieren y les gusto.

Sin embargo, no puedo evitar seguir pensando en este asunto. Y creo que he llegado a una solución-conclusión. Me voy a posicionar como como una bloggera maruja. Mi blog es un blog dedicado al marujeo... culto, instruído... lo que quiera, pero finalmente marujeo. ¿O no?. Cualquiera de mis post podrían ser tema de cafetito matutino con una mamá o papá del cole (no voy a discriminar a los hombres, en esto del marujeo tienen también mucho que decir) o con un compañero de la oficina. Y, digo yo, si hay una especialidad de blogs de mamás, y otra de estilistas, y otra de cocina, y así suma y sigue... ¿por qué no crear y sentirse orgullosa de uno de marujas ilustradas? Además, ahora está muy de moda, ser mujer, trabajadora y hacendosa ama de casa. Si está reinvindicado hasta por las más feministas, que quien no hace las magdalenas caseras para la familia o no cuece el pan ecológico en la panificadora de casa es una inconsciente que pone en peligro la salud familiar... Sobre el tema del tiempo y el estrés que genera esto de ser maruja ilustrada ya hablamos otro día.

Ahí queda dicho, me autodenomino como "maruja bloggera".

martes, 9 de septiembre de 2014

¡Feliz Año Nuevo!

Hola a todos. Ya estoy de vuelta. En estos meses estivales no he perdido la cabeza... creo. No me he vuelto loca, ni despistada. Sé que estamos a 9 de septiembre. Pero es que hoy empieza de verdad el año, al menos el mío, y creo que el de casi todos. Hoy ha empezado el cole

Desde esta mañana comienzan a descontar los días hasta el año que viene. El 1 de enero es anecdótico, es un mero trámite formal para medir el tiempo a nivel mundial, pero emocionalmente el año se inaugura con la vuelta al cole. Cuando éramos pequeños porque nos reencontrábamos con nuestros amigos y profesores en las aulas, y ahora, que somos mayores, porque nuestros cachorros estrenan curso.

No tener hijos no significa que se tenga otra sensación. Todo en el ambiente predispone a esta percepción: las noticias y reportajes de radio y televisión sobre el primer día de cole, el bombardeo de nuevas colecciones en los quioscos de prensa, la publicidad de todo tipo de actividades y cursos, las fotos de los hijos de los amigos vestidos de uniforme en Facebook... nada que envidiar a la resaca de la auténtica Nochevieja.

Como no puede ser de otra forma al principio de año hay que hacer buenos propósitos que posiblemente no se cumplirán. Yo me he propuesto llegar a tiempo al cole con mi hija, pero ya he empezado mal, hoy hemos llegado tarde. También aspiro a hacer realidad esa utópica frase de conciliar la vida familiar y laboral. Por supuesto planeo comer saludablemente y olvidarme de bocadillos y sandwiches al mediodía. Obviamente tengo la determinación de hacer deporte y lograr un rato diario para mí.

Dentro de un año haré recuento de proyectos logrados y veremos si puse mis objetivos muy altos. Algo me dice que posiblemente así sea... quizás será por aquello de que "la experiencia es la madre de todas las ciencias", y sería el primer año en cumplir estos deseos. Por eso no sé si decir "Feliz Año Nuevo" o "Feliz Día de la Marmota". Admito apuestas. El resultado en 12 meses.