jueves, 13 de marzo de 2014

¿Todos somos Bárcenas?

Me gustaría afirmar categóricamente NO. Pero termino de vivir una escena que me ha hecho plantearme esta pregunta.

En la oficina en la que trabajo ha entrado una chica joven, con cara despistada, vestida con una camiseta y unos pantalones de algodón manchados de pintura. Por encima llevaba una bata blanca, de médico, con el logo impreso del hospital madrileño de La Paz, que también tenía manchas de pintura. Por su aspecto he deducido que estaba pintando algo similar a un mural en alguna de las fachadas del edificio. Uno de mis compañeros, en tono jocoso le ha preguntado: "¡Anda!, ¿ahora te has hecho doctora?". "¿Por qué lo dices? ¿Por la bata?", ha contestado ella con una sonrisa. "No. Es que mi cuñada la ha mangado del hospital", dijo con desparpajo terminando la explicación. Una explosión de risas ha estallado en el despacho. Y ella animada ha añadido: "¿qué pasa?, ¿no hacen eso todos los funcionarios?. Y da gracias, que, de milagro, las sábanas de mi cama no son del hospital". Algo me dice que más que ser un milagro lo que ocurre es que las sábanas del hospital no son objeto de deseo porque "rascan, mamá" y además, una cosa es una bata para pintar y otra la ropa para la piltra, que siempre gusta un poco de glamour para dormir.

Esta anécdota me ha hecho reflexionar. Si realmente miramos en nuestra conciencia, quién más y quién menos ha mangado en el curro. Sí. Admitámoslo: un boli por aquí, unos cuantos folios por allá, una carpetita, unas vendas, una bata... Bueno, pues eso, amigos míos, es robar. Al nivel que podemos y que tenemos, pero robar. Igualico, igualico que Bárcenas. Bueno, vale, no es lo mismo. A lo nuestro lo podemos llamar "hacer un mini-barcenitas", pero está mal, aunque no lo identifiquemos así porque son pequeñas cosas de poco dinero. Muchas veces se toman por el simple hecho de no molestarnos en ir a la tienda de la esquina a comprar el boli, pero tampoco es tanto esfuerzo, y lo que ocurre es que te dejas llevar por lo fácil.

Con esta reflexión no estoy disculpando en absoluto a Bárcenas. Que conste. Me parece un chorizo de tomo y lomo. Y además un prepotente. Espero que puedan demostrar todo lo mangante que es y que se tire muchos años en la cárcel.

Lo que pretendo con este post es compartir mi inquietud filosófica sobre dos aspectos.

El primero es la banalización de los pequeños hurtos laborales, que socialmente están incluso bien vistos. Pero si damos por bueno ésto, ¿con qué autoridad moral podemos criticar otras malversaciones?

Y el segundo es: si está a nuestro alcance afanar una bata y lo hacemos, ¿qué ocurriría si podemos acceder a desfalcar millones de euros?, ¿lo haríamos?. La tentación es fuerte en los dos casos, ¿qué motiva el ceder a ella en uno de los escenarios y no en el otro? ¿la moral o el miedo al castigo?

1 comentario:

  1. No podría estar más de acuerdo Nuria. Muy interesante reflexión. ¿Puede a caso la escala de un hecho modificar su fondo moral y ético? Yo creo que no. Luchar por ser cada día un ejemplo de comportamiento independientemente de tu posición o "tamaño" es lo único que nos puede salvar como país. Mejores personas podrán hacer una sociedad mejor, No hay otro modo.

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