miércoles, 26 de marzo de 2014

¡No me tires, guárdame!

El otro día entré en Zara Home. Me cautivó. Me lo habría llevado todo. Los colores, los diseños... era todo tan bonito, tan cálido. Mi hogar es mi refugio, y me encanta que esté bonito, actual, cómodo y acogedor. Por eso la decoración de la casa me gusta. Y tengo tentaciones por todas partes, porque está de moda.

Es casi imposible no comprar cada día alguna chorradilla para la casa. Y se corre el riesgo, como en mi caso, de empezar a llenarla de demasiadas cosas.

Por eso me ha entrado un ataque de limpieza y he decidido deshacerme de todo aquello que sea inservible. Ahora bien, ¿es que hay algo inservible? Categoricamente, NO. A todo le encuentro utilidad. Y a aquello que no se la encuentro me entran remordimientos porque son recuerdos. Es como si cobraran vida y me miraran con ojitos tiernos rogándome que les siga acogiendo. ¿Conclusión? Me da miedo que mi casa empiece a parecer la un enfermo con el "Síndrome de Diógenes".

Se me ocurre que ahora que estamos en tiempos de crisis y parece ser que toca reinventarse en el terreno laboral propongo un negocio a algún valiente emprendedor: una empresa de vaciado de basurillas en el hogar. Los empleados responsables de esta tarea deben carecer de sentimientos y actuar firmemente, sin atender a los sollozos y súplicas de los clientes. Sin piedad, sin corazón, sin miedo al futuro. Así debería ser el perfil de los trabajadores de tan necesario servicio.

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