viernes, 25 de octubre de 2013

Vivo en la carretera, dentro de un autobús.

Será porque el día está lluvioso, pero hoy no paro de tararear la canción de Miguel Ríos, "El Blues del Autobús". ¡Ajá!, seguro que más de uno está ya pensando, "no, guapa, llueve porque tú estás cantando". Pues no. Hoy no es por eso. Otros días no me atrevería a decirlo tan categóricamente, pero hoy no, que ya llovía antes de que yo me levantara.

Además de la lluvia y el aire melancólico y tristón del día, creo que el motivo de mi obsesión musical ha sido el viaje en autobús de la mañana. ¡La de historias y anécdotas que hay dentro de un bus! La primera, la mía. Una vez más, me ha puesto de los nervios la famosa frasecita coreada por varias voces diferentes que dice "si es que no se puede entrar, claro, la gente no se mueve, se queda delante... hay que pasar atrás... anda guapa déjame pasar un poquito". Por supuesto, toda esta retahíla iba acompañada de varios empujones e incrustaciones de bolso en las costillas. Es cierto que en muchas ocasiones la gente se queda apiñada al principio del auto y al final hay sitio de sobra. Peeeero en días como hoy, que todo el mundo coge el autobús para no mojarse, no suele ser el caso. Mientras me estrujaban me acordaba del fallecimiento de los seres queridos de los pasajeros quejicas (lo digo muy finamente, que para eso estamos en la Red). A la vez que trataba de sujetar bolso, maletín de ordenador y paraguas pensaba que si tan avispados viajeros no tenían ojos en la cara para calcular que, a lo mejor, no entraba todo el mundo. Amigos, que las paredes del autobús no son elásticas y que los metros cuadrados no se pueden transformar en metros abombados.

Como iba aburrida porque no podía sacar mi libro, me ha dado por pensar que ¡qué cosas!, antes había gente que leía el periódico en el autobús y los de al lado lo leían de reojillo. Ahora se chatea por whatsapp y de refilón te enteras si la chica que está a tu lado lleva los pies mojados o llega quince minutos tarde a su cita. Fijo que dentro de poco este fenómeno se conoce como digital gossip, o lo que es lo mismo, cotilleo digital.

Un encantador abuelito que iba en animada charla con otra venerable anciana me ha enternecido muchísimo. Su cara reflejaba experiencia y bondad. Con una entrañable sonrisa le estaba comentando a su compañera de viaje el cambio de los tiempos. "Antes yo cogía el autobús varias veces al día y a toda prisa para llegar a los dos trabajos que tenía. Y así todo el mundo, ¡¿eh?! Y ahora fíjate en la juventud... todos en paro, sin ningún trabajo".

Vivo en la carretera 
dentro de un autobús 
vivo en la carretera 
aparcado en un blues 
vivo en la carretera 
siempre miro hacia el sur 
vivo en la carretera 
el blues del autobús... 

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