miércoles, 16 de octubre de 2013

Las hemorroides ya no se sufren en silencio

Si no recuerdo mal, hace unos años había un anuncio de televisión que publicitaba una pomada para aliviar las terribles hemorroides, conocidas más popularmente como "almorranas", palabra mucho contundente y exclamativa para designarlas, ¡ande va a parar!. Y es que incluso la Real Academia de la Lengua da cuenta de la baja condición de la palabra almorrana (y no sólo en sentido literal, que también). Al parecer este vocablo proviene del "bajo latín", vamos que glamour, glamour, glamour, lo que se dice glamour, no tiene ni una pizca.
Pues bien, como decía, aquel anuncio tenía un eslogan que se hizo famoso porque llamaba la atención sobre el hecho de que las hemorroides se sufren en silencio. Y hasta hace nada debía ser así, pero como los tiempos están cambiando y ahora lo que se lleva es contar al minuto nuestras vidas, este tema no debe ser una excepción. Ahora ya no se sufren las almorranas en silencio. Ahora se cuentan todos los detalles, que para eso "compartir es vivir".
El otro día cuando fui a llevar a mi hija pequeña a la guardería y mientras esperaba pacientemente el turno para que la profe la cogiera/arrancara de mis brazos y se la llevara para clase, fui testigo de la conversación de los padres de delante. Que conste que no es que quisiera cotillear, ni que pusiera la oreja, es que el recibidor es pequeño ;)
El niño tenía estreñimiento desde hacía varios días. La profesora le aconsejaba a los padres, muy modernos ellos y con un aspecto fashion a más no poder, que le dieran fibra a la criatura, que no pasaba nada. La madre, blandiendo su fabulosa melena rubia, argumentaba que ella era más partidaria de una dieta rica en verdura y fruta y esperar que el cuerpecito hiciera el resto. Sin embargo, el padre, enfundado en unos vaqueros hiperajustados y con las Ray-Ban sujetándole su ensortijado cabello moreno, defendía que sí, que lo mejor era empezar a tratar a la criaturita con fibra para que no desarrollara unas hemorroides como las suyas. "Yo es que tengo unas A L M O R R A N A S    E N O R M E S, y claro, no quiero que a él le pase lo mismo. Llevo años de dolor, son molestísimas, tan grrrandes..."
En fin, creo que huelga decir que ya no puedo mirar a ese hombre de la misma manera. Ahora cada vez que le veo no pienso, "anda mira, el padre de Pepito". No. Ahora pienso, "anda mira, el de las almorranas grrrandes, enormes, descomunales...". Para mi ha perdido todo el glamour que tenía. No digo yo que haya que sufrir las hemorroides en silencio, pero de ahí a proclamarlo a los cuatro vientos e ir contando la experiencia de forma tan profunda, sincera y explícita hay un paso. ¿O no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario