martes, 17 de diciembre de 2013

El marujo que muchos llevan dentro

¿Cómo no nos dimos cuenta?  El famosísimo sketch (jolín con la palabrita, ¡qué dificil es de escribir!, confieso que hasta la he buscado en Google porque no sabía dónde ni cómo poner la k, la t yla ch), bueno pues a lo que iba, que el famosísimo sketch de 'Martes y 13' de la 'Empanadilla de Móstoles' retrataba una imagen visual y sonoramente onomatopéyica de un fenómeno que ahora va en alza. Pero en aquel momento no fuimos conscientes. Las caras de Millán, el diálogo de besugos, la insistencia de la oyente marujona... y no nos dimos cuenta de que aquella caricatura iba más allá y jugaba con algo que ha costado años sacar del armario. No, no es el la homosexualidad. Es un estado que cuesta aún más reconocer: ser marujo.

Ser maruja está mal visto. Es un término peyorativo que aplicamos a una condición de carácter y vida muy concreta. Todos tenemos la imagen de una maruja en la cabeza. Pues eso, la vecina de Móstoles interpretada por Josema Yuste. Todos dimos por supuesto que era una mujer. En aquel momento nadie pensó que podía ser un hombre. Cuando Encarna de Noche toma la llamada la presenta diciendo "amigo o amiga", y al oírla asimila que es mujer. Por supuesto los espectadores hicimos lo mismo. Entonces la sociedad española no estaba preparada para pensar lo contrario. El hombre era "muy hombre" y las únicas que podían tener atributos marujiles eran las féminas.

Si ser maruja está considerado casi como lo peor de lo peor, ser marujo ya es lo último que un ser humano admitiría, antes casi la muerte.

Pero todo cambia, y en los últimos años hay indicios de que tímidamente este asunto va evolucionando y algunos marujos van saliendo del armario. No diría yo que orgullosos, pero van dando sus pasitos. Creo que lo hacen involuntariamente y sin ser conscientes. Casi diría que más que salir del armario, su secreto se les escapa, cobra vida propia y van tras él... y... ¡zas!, quedan al descubierto.

Hoy, mientras esperaba turno en la caja del supermercado, he escuchado la conversación de los dos agentes de seguridad del centro. Hablaban sobre las lentejas que cocinaban ambos. A cual más ricas y espectaculares... con su pimientito, su chorizo... cocinadas con mimo y a fuego lento, ahí estaba el secreto. El uno al otro se recriminaban que no tenían ni idea de cocina y que para ricas, ricas las suyas. Y no te quiero decir nada de las paellas que eran capaces de preparar.

Por un segundo me ha parecido que estaba viviendo un déjà vu (otra palabrita que he tenido que buscar en Google para asegurarme que la escribía correctamente) porque hace poco había sido testigo de una escena idéntica. Pero no, no fue un déjà vu, sé que ocurrió de verdad.

¡Qué listos Josema y Millán! estaban jugando con la ambigüedad y con nosotros. Fueron unos visionarios e hicieron un guiño al futuro. Sabían que antes o después se destaparía la verdad, que hombres y mujeres no somos tan diferentes y sobre todo que marujos y marujas son iguales. Si, como es moda ahora entre los grupos clásicos, hacen una versión del sketch marujón por excelencia, fijo que Millán se dirigirá al oyente con términos que indiquen que al otro lado del teléfono está un hombre, no una mujer.

1 comentario:

  1. ¡Muy bien visto Nuria! Martes y 13 eran un espejo de la sociedad de entonces y, aunque nos pese, muchas veces de la de ahora. Por ejemplo, ya vaticinaron la fuga de cerebros con la gran frase: "España no acaba donde viene la mar, qué va, hay barca pá seguir" :D

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