viernes, 21 de febrero de 2014

Visión de futuro

Puede parecer que estoy obsesionada con Caillou, pero no es así. Lo que ocurre es que mi hija pequeña es la fan número uno de este "repelente-niño-Vicente". Mi amor materno me hace excusarla y ante mi misma defiendo la tesis de que es porque tiene dos años y ve reflejado en el mundo Caillou su propio mundo. Es imposible que una hija mía, que lleva mis genes, adore por otro motivo a este personaje. Eso, o lo mismo es que la peque es muy precoz y manifiesta ya rebeldía y ganas de llevar la contraria a mamá.

Ayer, como todos los días gozábamos en familia de ver una vez más el capítulo en el que Caillou no quiere desayunar y su padre le reprende firme y justamente, siguiendo a la perfección el manual del buen padre editado por el colegio de Psicólogos infantiles. Mi sobrina de 16 años estaba disfrutando de este momento con nosotros. Empezó a reírse y cuando mi marido y yo le miramos un poco sorprendidos porque aquella escena infantil le causara tal ataque de risa nos explicó que estaba pensando cómo reaccionarían los padres de Caillou cuando el nene creciese y llegara a casa con su primera cogorza.

Según Ana, los creadores de Caillou deberían hacer la continuación de la serie con la adolescencia del protagonista. De esa forma los padres tendríamos nuevamente el ejemplo de cómo enfrentarnos correctamente a situaciones como encontrar un "peta" en la habitación del niño o descubrirle en la cama con su novia. Mi sobrina, entre risas, defendía que ni la madre de Caillou mantendría el tipo ante estas situaciones.

¡Ah!, ¡juventud, divino tesoro! Me encanta estar con mis sobrinos adolescentes. "¡Molan mazo!".

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