miércoles, 19 de febrero de 2014

¡Mamá, cuánto te necesito!

Anoche no podía dormir. Un problema escolar que afecta a mi hija mayor me robó el sueño.

Cuando nos licenciamos como madres nos volvemos leonas. Defender a nuestros cachorros es puro instinto. Pero... muchas veces el instinto no nos dice exactamente cómo actuar.

¿Cuál es el protocolo de actuación de la entregada leona más apropiado en caso? Ahí entra en escena la abuela leona. Ella, que te ha defendido siempre, que siempre ha estado ahí, sabiendo qué hacer y qué decir en cada momento.

Mamá, anoche pensaba en ti. ¿Cómo solucionarías tú este asunto? ¿Qué harías? Seguro que tú sabrías cómo acertar. No te quiero contar nada. No te quiero pedir consejo. Porque no quiero que sufras. Porque ahora que eres abuela, creo que aún sufres más por tus cachorros que antes. Porque ahora vives doblemente, por tus hijos y por tus nietos. Y por lo tanto, disfrutas doblemente, pero también sufres doblemente.

No, no llamé a mi madre esta mañana para que me asesora. La dejé dormir plácidamente. Lo que sí hice anoche fue mirar en mi corazón y buscar en la enciclopedia de mis recuerdos y de su experiencia. Y esta mañana he actuado como creo que ella lo habría hecho. Y creo que mi hija se ha sentido muy orgullosa de su madre y que mi madre, si supiera lo que ha pasado, se habría sentido muy orgullosa de su hija.

No hay comentarios:

Publicar un comentario