lunes, 24 de febrero de 2014

Abuelas-Carlos-Sainz

Son auténticas profesionales del carricoche. Lo manejan como nadie. Se enganchan a la barra del carrito y no hay quién las tosa. Son... las abuelas-Carlos-Sainz.

Hay pocos afortunados que no hayan disfrutado de una de ellas en la familia. Pero ellos también saben de quién hablo, porque basta con mirar con un mínimo de atención para detectarlas. Son inconfundibles. Su aire de general en campo las delata. Otro detalle, casi sin importancia, bueno, sin importancia digo porque ellas no se lo dan, es que a su lado suele ir otra mujer con cara de resignación, la madre de la criaturita que va en el carro.

La actitud de estas abuelas-Carlos-Sainz es de "quita, quita, que ya llevo yo el carro que lo hago mucho mejor que tú". La autoridad, no, me quedo corta, el autoritarismo que trasmiten es bestial. Casi, casi es como si raptasen el carro y el bebé. Van escopetadas, y seguirlas el ritmo cuesta bastante. Esta mañana me he tropezado con una de ellas que salía de una tienda, y por poco me atropella. Pero ni me ha visto. La señora iba tan pendiente de conservar su rango de piloto en jefe, que el resto del mundo sobraba.

Esta situación de indefensión que sufren las madres, sobre todo las primerizas, terminaría si se estableciese un carnet de conducción de carritos para abuelas. Para conseguirlo deberían pasar un cursillo con un psicólogo que les indicara cuáles son los límites de su rol de abuela y aprobar un exhaustivo test. Quizás si los responsables de la administración ven este post apuesten por ponerlo en marcha si consideran que ésta es una buena idea tanto para mejorar la seguridad vial por las calles como para ingresar algunos impuestos extras.

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