jueves, 22 de mayo de 2014

La sinceridad aplastante no mola

"A mi me gusta mucho la sinceridad. Yo soy muy sincero y digo las cosas como las pienso". Pocas frases me revientan tanto como esta. Y además, afirmo que es falsa. Es más me atrevo a decir que quienes tan alegremente sueltan la frasecita en cuestión son unos mentirosos. Porque la sinceridad les gusta con respecto a los demás, no hacia ellos mismos.

Es cierto que a la mayor parte de la gente nos gusta la sinceridad. Y que la mayoría somos muy sinceros y decimos lo que pensamos. Pero cuando uno suelta la sentencia a modo de preámbulo de un discurso... prepárate porque van a decir algo que al interlocutor no le va a molar nada. Suelen ser observaciones, críticas o consejos demoledores. Y si en vez de preámbulo es un epílogo... intenta controlar tu respuesta verbal y/o la mano para no soltar un sopapo al sincero charlatán. Estoy segura que si la escena se invirtiese, al autoproclamado sincero le sentaría igualmente mal el comentario.

En un par de días he tenido que soportar un par de estos gratuitos consejeros. El motivo es mi foto del carnet de identidad. En noviembre cumplirá los 10 años y por fin podré cambiarlo, pero mientras tanto tengo que convivir con él. Mi look era muy moderno y actual... hace 10 años. Una dependienta de El Corte Inglés y otro de Tiger decidieron ser aplastantemente sinceros, y uno en preámbulo y otro en epílogo me destrozaron mi ego al insistir en lo mal que estaba en la instantánea de hace una década y en que ahora estaba mucho más estupenda. Vale, ahora estaré guay del Paraguay y agradezco esa sinceridad, pero me hunde pensar lo rematada que debía ir allá por el 2004. Me hace reflexionar si para los habitantes del 2024 a día de hoy seré un loro matao' a escobazos. Reconozco que en las dos ocasiones me dieron ganas de replicar que me sentía muy afortunada de haber superado con nota mi mala imagen, y que esperaba que ellos también pudieran lograrlo porque a día de hoy llevaban un peinado que no les favorecía nada. Me habría encantado ver si mi sinceridad era tan bien recibida como ellos afirmaban apreciar, pero no me atreví, porque yo, soy sincera, pero también empática.

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