viernes, 23 de mayo de 2014

Bienvenido al mundo rosa, papá

"¡Nunca pensé que pudiera ponerse una lavadora entera de ropa rosa!", así de asombrado se sentía mi marido la otra tarde al echar la ropa a lavar. Sí, soy una afortunada, mi pareja sabe utilizar la máquina lavarropas, de forma efectiva, sin mezclar colores. Mi trabajo me ha costado inculcarle que poner lavadoras es un acto que lo realizan los humanos de forma voluntaria y no es un hecho ejecutado por ninguna divinidad. Pero tras un periodo de entrenamiento, es justo reconocer que se ha convertido en un experto.

Me hizo mucha gracia el comentario, porque pensé que ya hacía años que había asumido que vivía en un mundo rosa. Pero su fascinación al constatar el otro día que todas y cada una de las prendas que había seleccionado para lavar eran rosas, delató que no era consciente de que vive envuelto en el "pink power", a pesar de estar rodeado de Kitty, las Princesas Disney y las Monster High.

La relación que se establece entre un padre y una hija es muy especial. Muy tierna. Muy bonita. Y se mantiene para siempre. Yo soy muy llorona y cualquier peli un pelín ñoñota me hace soltar el moquillo. Pero el padre de mis hijas es un tío duro que no lagrimea en ningún film, por triste que sea. La única vez que le he pillado limpiándose las lágrimas fue al ver este magnífico anuncio de Volkswagen, que capta a la perfección los sentimientos de un padre con su adorada descendiente https://www.youtube.com/watch?v=ROW1n86cfWg Y es que... padre no hay más que uno.

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