viernes, 3 de octubre de 2014

Son primerizos...

Parece un delito. Pero no lo es. Todos los que somos padres hemos pasado por ahí. Es como si nos olvidáramos de ese pequeño detalle, porque cuando nuestro retoño ha crecido nos sentimos expertos. Y no digo nada como tengamos un segundo... veteranos en grado superlativo. Nuestra maestría es directamente proporcional a los meses que cumplamos como padres, y se va multiplicando por el número de vástagos que vamos teniendo. Los progenitores con tres meses de carnet parental son mucho más entendidos en la materia que los que cuentan con sólo mes y medio de experiencia, y los responsables de tres críos más que los de dos, ¿¡qué duda cabe!?. 

El tonito de la frase "son primerizos", varía. Nunca es simplemente descriptivo, siempre denota juicios de valor y no son precisamente de admiración. O bien implica lástima (¡pobres, son primerizos!), o condescendencia (¡claro, son primerizos!) o autosuficiencia  ( como son primerizos...) o es despectivo (es que son primerizos) o prepotente (normal, son primerizos...). 

Me divierte ver esta situación. Conste que yo formo parte del engranaje, fui primeriza y ahora soy curtida mamá de dos nenas de siete y dos años. Pero cuando veo la estampa desde fuera me hace mucha gracia. Los novatos se sienten superados por los consejos de los maestros y a la vez agradecidos. Y los eruditos papis muestran su orgullo por sus lecciones gratuitas y ternura hacia sus alumnos.

¿En qué se nota si un padre está en uno u otro lado de la balanza? En mil detalles, como la forma de coger al niño, la firmeza del paso al avanzar con el carricoche, el número de cosas que llevan para dar de comer o cambiar al crío... pero en lo que más se aprecia la diferencia es en la ingenuidad y en la ironía. Mi sonrisa sale al ver a unos padres primerizos presumir de leer un libro mientras el bebé duerme o cuando alardean de haber asistido a una exposición de pintura en un museo paseando con el tierno infante roque en cochecito. ¡Soñad, hermanos, soñad con un futuro maravilloso en el que el niño, gracias a un esmerado y bien trazado plan educativo, os deja seguir participando de actividades culturales adultas... pobres, son primerizos! Ahora que lo pienso, es posible que haya que añadir otra variable sociológica más a esta escena en concreto... siempre que algún primerizo se ha vanagloriado de tener momentos de lectura o actividades culturales ha sido justamente eso, un primerizo, no una primeriza... ummm, ésto da que pensar... ¿son más ingenuos los primerizos o es que las primerizas (las pobres) no tienen ni un segundo para ellas mismas? Queridos primerizos (ambos los dos) bienvenidos a mundopadres ;)

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