viernes, 10 de octubre de 2014

Puentes digitales

"Darío, hijo, ¡al ataque!", así de directa y entusiasta se ha mostrado hoy una vital abuela que estaba junto a mi en una tienda de The Phonehouse. Se había comprado un smartphone última generación y estaba decidida a utilizar todas y cada una de sus funciones. ¡Olé ella y su energía! La tecnología no es un rival para ella, es un reto. Su aspecto de abuela clásica con pelo de peluquería, joyas de oro y bolso tipo Chanel ocultan un alma moderna y tecnológica. 

Darío, un joven de veinti-pocos, con aspecto simpático e imagen de nieto modélico, ha sonreído a la vivaz anciana y ha acatado dulcemente su orden. ¡Olé él y su paciencia! Con agrado y ternura ha ido repasando con ella las opciones del móvil. Calmadamente ha esperado a que la mujer apuntase, con boli y en un cuaderno, todos los pasos.

Las risas y los gestos de complicidad entre ellos eran enternecedores. Y algunos de los comentarios de uno y de otro, desternillantes. 

Un detalle que me ha encantado ha sido la foto que había puesto la buena señora de fondo. Y lo había hecho hecha solita, antes de la clase práctica que estaba recibiendo. No hay nada como la motivación. Era un apuesto hombre posando para ser fotagrafiado. El color sepia, el corte del traje y el aspecto del modelo no dejaban dudas a que aquel hombre era alguien muy importante en su vida... un marido, seguramente, pero bien podría ser también un amante, un amor imposible, un hermano o quizás su padre. Me he quedado con curiosidad, lo reconozco. Me habría encantado preguntarle, pero ya había sido demasiado cotilla poniendo orejas y ojos a todo lo que hablaban Darío y ella mientras yo esperaba mi turno para ser atendida por otro dependiente.

Los puentes digitales para unir generaciones están ahí... sólamente hay que querer utilizarlos. Yo me apunto. Quiero que me enseñen y enseñar. 

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