viernes, 19 de septiembre de 2014

¿Me está vacilando?

Todos nos hemos hecho esta pregunta en más de una ocasión. La mayoría de las veces sabemos la respuesta, o sí o no. Pero hay un pequeño número de ocasiones en las que realmente no podemos dar un dictamen. En cualquier caso cuando planteamos esta cuestión, sea cual sea la situación, siempre queda uno con sensación de desazón e inquietud. A nadie le gusta que le tomen el pelo, aunque sea un poquito y en el transcurso de un ambiente distendido y de amigos. El que diga lo contrario creo que miente descaradamente.
Pero el colmo de los colmos es cuando verdaderamente no sabes si te están vacilando y, por si fuera poco, nunca lo sabrás. En esos momentos no es desasosiego lo que invade el cuerpo, no, va más allá del nerviosismo y la zozobra... yo diría que es rabia contenida.

Esta mañana he experimentado una de estas situaciones. Ha tenido, eso sí, un matiz que ha suavizado mi frustración, y es que ha sido una experiencia grupal, y ya se sabe aquello de "mal de muchos... consuelo de tontos". Pues sí, a esta tonta le ha consolado no ser la única en la sala que no sabía si la estaban gastando una broma o no.

Me encontraba yo esperando mi turno para ser atendida en Rodilla pensando felizmente en saborear un desayuno de dos sandwiches fríos y un zumito de naranja cuando oígo al señor tras el que iba decirle a la camarera: "serán muchos para mi solo, para comer, la oferta de 12 sandwiches". Inmediatamente me he desconectado de mis pensamientos y me he fijado con detenimiento en él. Era alto, fuerte, pero no gordo, trajeado y sin ningún aspecto de ser un vacilón profesional de esos que abundan por el mundo. Su tono tampoco dejaba ver tonito de choteo. Todo parecía indicar que lo preguntaba totalmente en serio... ¡pero 12 sandwiches de Rodilla para una sola persona!... Las camareras han tenido la misma duda que yo. Estoy segura. Nos hemos intercambiado miradas en las que nos pedíamos con los ojos opinión. Una de ellas con gran profesionalidad y educación e intentando no soltar una gran carcajada, le ha dicho "pues depende de lo que usted coma". Él ha sonreído de forma neutra y ha comenzado a elegir los sandwiches.

Ser o no ser... esa es la cuestión que diría Shakespeare. Cada uno que piense lo que quiera. Nunca sabremos la respuesta.

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